Cómo añadir comentarios

Para añadir comentarios, haced clic en "X comentarios" (X es un número) y, si no tenéis una cuenta de las que dice, podéis dejar un comentario anónimo con vuestro nombre si quereis, así me será más fácil identificarlos.

2 d’octubre del 2011

Diario de un vampiro: Bill Kaulitz - 18 de Septiembre


Me levanté a las 5 de la mañana. Me duché y cuando salí, Mar se despertó.
- Buenos días princesa vampira - le dije.
- Buenos días Billicito. Me voy a duchar.
- Vale.
Mientras Mar se duchaba, yo me vestí. Paul me trajo una caja de ropa por la noche para que la tuviera allí. Después de que Mar se vistiera, bajamos a desayunar. Ésta vez hice donuts caseros. Cuando terminamos nos fuimos en el Lamborghini.
- Dime adónde vamos - me dijo Mar.
- Es una sorpresa - le contesté.
- ¿Sorpresa? ¿A estas horas? Aún no ha salido el sol.
- Por eso, aún estamos a tiempo.
- ¿No me digas que sabes dónde encontrar vampiros y me llevas allí?
- No, no es eso, pero casi.
- ¿No vamos muy rápido? - dijo Mar mirando el indicador de kilómetros/hora.
- Puede que un poco.
- Bill... ¿Adónde vamos?
- Ya estamos llegando, tranqulia.
Aparqué el coche y le vendé los ojos con un pañuelo negro que yo llevaba.
- No quieres que vea nada ¿Verdad?
- Exacto - Mar me besó -. ¿Sabes exactamente dónde están mis labios?
- Si.
- Vamos.
Bajé del coche, fui a velocidad vampírica hasta su puerta y la abrí.
- ¿Ya estás aquí?
- Sí  - le cogí la mano -. Anda ven, te llevaré a tu sorpresa.
Cuando salió del coche, la cogí fuerte y la llevé contra mi cuerpo para que no se cayera. Después de andar un buen rato le dije:
- Ya puedes quitarte la venda.
- ¿Qué es lo que quieres enseñarme? - me preguntó quitándose la venda.
- Observa bien. Cuando salgan los primeros del sol se irán. Mira, allí están.
- ¿Qué són?
- Ven acerquémonos y escondámonos entre los matorrales.
Nos escondimos y entonces Mar los vió con más claridad. 
- Són unicornios y pegasos- me dijo bajito.
- Són unicornios y pegasos negros. Éstos sólo salen por la noche. Por la mañana salen los blancos.
Empezaron a salir los primeros rayos del sol. Los negros se fueron y llegaron los blancos.
- Són preciosos - me dijo Mar.
- Sí, lo sé.
- ¿Lo sabes?
- Hay otra cosa que debería decirte antes de que lo nuestro vaya más lejos.
- ¿Que ocurre Bill?
- Soy un... Vampiro - le mostré los colmillos.
- Bill...
- No hace falta que digas nada, ya sé que soy un monstruo y que me despreciarás y te irás de mi lado - dije con lágrimas en los ojos -. Pero eso no cambiará mis sentimientos hacia ti.
- Bill, no llores - me abrazó dejando mi cabeza sobre su hombro -. Yo jamás repudaria al amor de mi vida. Adoro los vampiros y siempre soñé que tu eras uno, pero nunca pensé que podría llegar a ser verdad.
- Pero, podría matarte si no me controlo - me aparté de ella.
- Creo que lo que pasó hace dos noches deja claro que te controlas lo suficiente cómo para no matarme.
- Amor, tienes uno de los tipos de sangre que menos soporta mi instinto. Si algún día te desangras, podría descontrolarme y matarte. Incluso cuando te venga la regla podría atacarte.
- Viviré con el peligro. Algo de emoción debía tener mi aburrida vida. A ver si...
Mar se mordió el labio con tanta fuerza que lo hizo sangrar. Me abalancé sobre ella para intentar beberme su sangre, pero no lo conseguí. Lo único que parecía que hacíamos era besarnos. Realmente era eso. Ella me agarró por el cuello con una mano y si me acercaba demasiado a la sangre, me apartaba. Cuando dejó de sangrar, apenas unos minutos después, me tranquilicé.
- ¿Ves cómo puedes controlarte?
- Porque tú me has ayudado, sinó no lo hubiera conseguido.
Guardé mis colmillos y nos fuimos a los estudios. Era temprano, así que tuvimos sexo en el coche, con protección evidentemente. No voy a contar la escena porque es un poco difícil de describir. Sólo diré que lo hicimos en la parte trasera del coche y que los cristales traseros están tintados.
Salimos del coche justo cuando llegó el director de la peli y aparcó al lado de mi coche.
- ¡Bill! ¡Mar! ¡Os estaba esperando! - dijo el director.
- No disimule, acabamos de verle aparcar - le dije.
- ¿Qué haceís aquí tan temprano?
- Fuimos a ver la salida del sol juntos y ya vinimos hacia aquí.
Más tarde llegaron Billy y Ana andando. Grabamos y volvimos a casa los cuatro en el Lamborghini.
- Tío, hay algo pringoso en mi asiento - se quejó Billy.
- No sé que podría ser - dije y miré a Mar diciendo con la mirada "Se me escapó un poco cuando me quité el condón antes".
Ella sólo se rió. Me había entendido.
Cuando llegamos a casa, Billy se fue a cambiar de pantalones y yo y Mar preparamos la comida mientras todos miraban la tele.
- ¡Bill! - me gritó Billy.
- ¿¡Qué!? - le pregunté.
- ¿¡Te has masturbado en el asiento trasero del Lamborghini!?
- ¡No!
- ¿¡Entonces debo suponer que Mar está embarazada!? - todos se giraron y me miraron mal. No veía sus caras, pero sentía sus miradas clavándose en mi espalda.
- ¡No es eso!
- ¿¡Entonces qué és!?
- ¡Se me escapó un poco cuando me quitaba un condón! ¿¡Contento!?
- ¡Contentísimo! - Billy apareció feliz. Mar y yo no podíamos contener la vergüenza que habíamos pasado.
Esa tarde, nos encerramos en la habitación de Mar y le estuve enseñando alemán y japonés. No bajamos a la hora de cenar. Pedimos unas pizzas y pedí que las trajeran por la ventana. Y lo mejor de todo es que las trajeron. Después de cenar, Mar fue al baño, cerró con pestillo y entonces sentí el olor a sangre y perdí el control de mí mismo.
Cuando volví a ser yo, mi cabeza estaba recostada encima de las piernas de Mar. Podía oler la sangre, pero ya me estaba acostumbrando. La miré. Estaba pálida y tenía marcas de mordisco en el cuello. La puerta del baño estaba totalmente rota. Mar sonrió al ver que volvía a ser yo.
- Yo he hecho todo esto, ¿verdad? - le pregunté. Ella sólo asintió -. Voy a buscarte algo para que bebas.
Salí de la habitación y fuí a la cocina. Cogí unas diez botellas de coca-cola y volví con ella. Todo esto lo hice a velocidad vampírica. La tumbé en la cama y le fui dando la coca-cola en vasos. Cuando pudo sostener la botella ella sola, me fuí a dormir al sofá. No quería hacerle más daño, necesitaba alejarme de ella algún tiempo sin dejar de ser su novio. Me quedé dormido pensando en formas de hacerlo.