Cómo añadir comentarios

Para añadir comentarios, haced clic en "X comentarios" (X es un número) y, si no tenéis una cuenta de las que dice, podéis dejar un comentario anónimo con vuestro nombre si quereis, así me será más fácil identificarlos.

28 de setembre del 2011

Diario de un vampiro: Bill Kaulitz - 16 de Septiembre


Me levanté más tarde que los otros días. No me importó demasiado. Billy habría hecho el desayuno por mí y yo he podido dormir toda la noche abrazado a mi chica. Mientras pensaba todo esto, Mar despertó.
- Buenos días Bill - me dijo.
- Buenos días mi amor.
Nos besamos y escuchamos un grito de murciélago en el techo. Miramos hacia arriba y vimos al murciélago vamipiro que nos llevamos ayer intenando encontrar un agujero sin luz.
- ¿Tienes algo en la parte de arriba del armario?
- No llego, así que... No, no tengo nada.
- Vale.
Me levanté de la cama y abrí la parte de arriba. El murciélago entró enseguida. La dejé un poco abierta, lo suficiente para que pudiera salir por las noches.
- Bueno... ¿Y ahora que hacemos? - me volví a tumbar en la cama a su lado, pero encima de la manta.
- No sé... ¿Qué quieres hacer?
- Podríamos ir a desayunar aunque también podríamos... Ya sabes... Eso...
- Bill, empezamos a salir hace apenas unas horas.
- Sí, lo sé. Pero yo te amo desde la primera vez que te ví y... Algunas noches... He tenido... -tragué saliva -. Sueños eroticos... Contigo...
- Bill, yo te amo desde la primera vez que escuché tu dulce voz hace cuatro años. Y cuando vi tu cara me enamoré aún más de ti.
La besé y ese beso se fue intensificando hasta que quedé encima de ella con lo que llevaba puesto, mis calzoncillos negros. Entonces se abrió la puerta y salí de encima de ella e intentamos disimular lo que había estado a punto de pasar.
- Bill, sabes que no puedes estar aquí - me dijo Elisabeth. Ella era quién había abierto la puerta.
- ¿Porque? - le pregunté con voz de cachorrito, abrazando a Mar.
- Tú mismo pusiste esa norma para que Tom no subiera aquí.
- ¿Acaso no leíste las excepciones cuando os di el papel con esa norma?
- ¿Que excepciones?
- Que yo o el novio de alguna de las chicas que duerma aquí podrá estar en la habitación de la chica que le corresponda. Aunque en mi caso, puedo estar en la que quiera.
- Un momento, voy a buscar ese documento.
- Vale, te esperamos sin hacer nada.
Cuando salimos de su campo de visión, nos besamos cómo si nos fuera la vida en ello.
- Es verdad que lo pone - dijo Elisabeth mientras entraba leyendo, lo que nos permitió dejar de besarnos sin que nos viera.
- ¿Ves? Tengo derecho a estar aquí - le dije.
- Esta bien, pero la próxima vez avisa si hay letra pequeña. ¿Bajaréis a desayunar?
- Más tarde.
Elisabeth se fue de la habitación y nos quedamos solos.
- Nos han interrumpido - le dije a Mar -. ¿Lo dejamos para otro momento?
- Sí, mejor - me contestó -. Por la noche, ¿Vale?
- Para cuando tú quieras.
Nos duchamos juntos y me fui a mi habitación a vestirme con la ropa de ayer en la mano. Cuando aparecimos ya era la hora de comer.
- ¡Ya era hora! - dijo Paul -. ¿Dónde has dormido esta noche Bill?
- ¿Y los demás? - le pregunté.
- Se fueron a comer a un Mc Donald's.
- Entonces, ¿Estamos los cinco solos? - dijo Mar mientras se sentaba al lado de Tomy y Goku, que sostenían a Luke y Leia.
- Sí. Bill necesito hablar contigo a solas.
- Sí, claro - le respondí y me llevó a "nuestra" habitación -. ¿Qué pasa?
- ¿Te le declaraste anoche a Mar? - me preguntó Paul.
- ¿Quieres saberlo?
- Sí, quiero saberlo.
- ¡Fue tan romántico! La llevé a cenar a "The Cave" y cuando nos dimos el primer beso, Jio gritó a todo el restaurante que yo tenía novia. Nos llevamos un zorro volador para hacer enfadar a su madre.
- Y has dormido con ella, ¿Verdad?
- ¿Tanto se ha notado?
- Elisabeth nos lo ha dicho cuando ha bajado.
- Tendría que haberle dicho que no dijera nada.
- Es que era el único sitio que nos faltaba por mirar antes de llamar a la policía.
- Podrías haberme olfateado, por algo eres un lobo.
- Sí, es verdad, pero Tom hace cómo una semana que no se ducha y a mi olfato eso es increiblemente apestoso.
- Tom es un guarro. Si fuera por él se ducharía una vez al año, pero cómo quiere que las chicas se fijen en él para llevárselas a la cama, se ducha antes de ir de fiesta.
Fuimos con Mar y los niños, preparamos la comida, comimos y nos quedamos jugando a un juego de matar zombies inventado por mí. Evidentemente los personajes supervivientes en el juego éramos nosotros cinco. Mar quiso jugar con nosotros. Cuando volvieron los demás, a la hora de cenar, nos encontraron jugando aún al mismo juego.
Durante la cena nadie dijo ni preguntó nada. Después de cenar cada uno se fue a su habitación. Dejé que pasara una hora antes de ir a la habitación de Mar.
- Creo que teníamos algo pendiente de esta mañana - le dije cuando me abrió la puerta.
- Sí, es verdad - me respondió. Mar ya iba en pijama y ese simple hecho me estaba provocando.
La levanté del suelo y empecé a besarla apasionadamente. No recuerdo cómo llegamos a la cama, pero en unos instantes ya estábamos encima de ella. Al mismo tiempo en el que Mar me quitaba la camiseta yo le arrancaba el pijama. Estábamos los dos e nropa interior cuando escuché los pasos de Elisabeth. Corrí hacia la puerta, le eché todos los cerrojo que tenía y salté encima de Mar.
- Creo que ahora no tendremos que preocuparnos por si nos interrumpen - le dije acariciándole la punta de la nariz con mi dedo.
- Calla y bésame - me dijo sensualmente. Y yo no iba a desaprovechar esa oferta.
Nos volvimos a besar. Casi no despegábamos nuestros labios. Ambos sabíamos respirar sólo por la nariz. Le quité las bragas con la mano mientras ella me bajaba los calzoncillos con los pies hasta dónde pudo. Terminé de quitármelos yo. Mar pudo notar mi pene erecto entre sus piernas.
- Espera... - dije entrecortadamente, despegándome de ella, con la respiración agitada -. Tengo... Que coger... Un condón...
Sin moverme mucho, cogí el condón del bolsillo delantero de mis pantalones, que estaban en el suelo. Lo abrí y me lo puse. Entonces le pregunté a Mar:
- ¿Lo has hecho alguna vez?
- No, ésta es la primera - me dijo.
- Ya somos dos.
Empecé a penetrarla muy poco a poco. Su vagina estaba por estrenar y mi pene también, aunque no era lo mismo. A medida que sus gemidos de dolor pasaban a ser de placer, aceleraba el ritmo. Los besos eran más largos, intensos y seguidos. La callaba con un beso cada vez que emitía un gemido más alto que los otros. Cuando sentí que iba a terminar, empecé a lamerle los pechos con cuidado. Podía coger sus pechos uno con cada mano. Seguramente las que eran grandes eran mis manos. Empezó a gemir más alto. Yo también gemía de placer. Los gemidos que daba yo no eran nada comparados con los de Mar. Dejé que mordiera mi mano izquierda para que no gimiera muy alto. Entonces el que soltó el gemido alto fuí yo. Terminé. Me tumbé a su lado sólo con empujarme con mi mano izquerda desde la cama.
- ¿Ya has terminado? - me preguntó Mar con la respiración accelerada.
- Ya no podía aguantar más - dije también con la respiración accelerada y miré el reloj de la mesilla de noche -. Hemos estado unas dos horas. Es medianoche. He salido de mi habitación a las diez menos diez.
- Te amo Bill.
- Yo también te amo.
La besé apenas unos segundos, me quité el condón, lo anudé e hice canasta en la papelera más cercana. También tiré el envoltorio de la misma forma. Cogí la manta para taparnos y una vez tapados, Mar se acercó a mi pecho y me abrazó. Yo también la abracé y después de besarnos, nos quedamos dormidos.