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2 de setembre del 2011

Diario de un vampiro: Bill Kaulitz - 2 de Septiembre


¿Las cinco de la mañana? ¿Quién demonios llama a la puerta a esa hora? Fui a abrir y me encontré con un par de chicas llevando al borracho de mi hermano.
- Esto... Hola Bill, me llamo Mar y ella es mi amiga Ana - dijo una de las chicas. Era morena y le podía distinguir unas mechas pelirrojas y rubias naturales, de esas que sólo salen con la luz del sol. Debía medir metro y medio más o menos. No era excessivamente guapa. Tampoco era fea, normalita vamos, pero tenía unos ojos marrones que cautivaban a cualquiera que la mirara a los ojos.
- Te traemos al borracho de tu hermano Tom. Ha estado a punto de violar a Mar - dijo Ana. Ana debía medir lo mismo que Mar. También era normalita, pero era de esas chicas grandes, no gordas, grandes, como un guarda espaldas, pero algo más bajita. Tenía el pelo negro y ojos marrones.
- Ya le diré algo a este mujeriego. Ayer se olvidó de nuestro cumpleaños - les dije -. Sólo una pregunta, ¿Cómo han podido dos chicas de metro y medio y unos cincuenta quilos cada una traer a un tío que pesa 75 quilos y mide 1 metro 87 centímetros?
- Eso es algo importante - dijo Ana -. Y yo soy bastante fuerte, por eso hemos podido traerlo.
- ¿Cómo puede alguien olvidarse de su cumpleaños? - me preguntó Mar.
- Lo hace todos los años - le respondí -. Pero siempre hay alguna fan que se lo recuerda hacia el mediodía. ESte año no ha habido ninguna.
- Entonces... ¡Feliz cumpleaños, Bill! - me dijeron las dos a la vez.
- Gracias chicas. Y gracias por traerme a este - dije señalando a Tom -. ¿Nos veremos mucho?
- No lo creo - Dijo Ana.
- Estamos aquí hasta el día cinco. Ese día volvemos a España - dijo Mar -. Hemos estado todo el verano aquí.
- ¿Os queda algo por ver? - les pregunté.
- Nos hubiera gustado ver los estudios de Hollywood - me dijo Mar.
- Eso hubiera sido alucinante - dijo Ana.
- ¿Que os parece si mañana por la tarde os llevo allí? Tengo algunos... Bastantes contactos allí yo podríais ver en mejores condiciones que en las de la visita guiada como se filma una película.
- ¿No es un poco precipitado por tu parte? Apenas nos conocemos - dijo Mar.
- Me habéis caído bien, además, tu eres una fan Mar.
- ¿Cómo lo sabes?
- Por tu camiseta.
- Me ha delatado la camiseta.
- Bueno chicas, hasta mañana. Voy a dejar a este en la cama y a dormir las pocas horas de sueño que me quedan.
- Hasta mañana Bill - me dijeron las dos a coro.
Cerraron la puerta y yo llevé a Tom a la cama. Dormí las dos horas que me quedaban antes de que sonara el despertador. A las siete, me levanté y fui a preparar el desayuno. Hoy les tocaba a las ensiamadas con chocolate por encima. TErminé de poner la mesa y llamaron a la puerta. Abrí y era Justin.
- ¡Hola! - me dijo feliz.
- Hola Jus, ¿Me has traído el zumo y has venido sin desayunar?
- Sí, ¿Qué hay para desayunar?
- Ensaimadas con chocolate.
- ¡Deliciosas! - Justin me miró y asustado me dijo -. Bill, tienes los ojos rojos, ¿Te has puesto lentillas?
- ¿Eh? ¿Enserio? Enseguida vuelvo, quedate aquí - salí corriendo por la puerta dejando a Justin sin vigilancia.
 Cuando salí por la puerta, pues mi velocidad vampírica. Me adentré en el bosque más cercano y me encontré con mi comida predilecta, los osos negros. Luché ferozmente contra él hasta que le arranqué la cabeza. Me bebí toda su sangre, hasta la última gota. Luego me comí toda su carne. Lo hacía por dos motivos. Primero: si un vampiro "vegetariano" come la carne de su presa después de beberse su sangre, ésta le da la misma energía que la sangre humana y segundo, para que los humanos normales piensen que el animal murió hace tiempo y ya se lo han comido el resto de animales del bosque. Pero nunca estoy satisfecho con un solo oso. Y precisamente hoy se ha escapado una pantera negra del zoo. Y precisamente yo tenía que econtrarmela herida por un oso pardo. Ataqué al oso, lo maté y lo devoré. Después cogí a la pantera y la llevé con los responsables del zoo que la buscaban.
- ¿Están buscando esta pantera? - les pregunté.
- Sí. ¿Que le ha pasado? - me dijo uno de los hombres.
- Un oso pardo la ha atacado. Será mejor que la vea un veterinario cuanto antes.
- La verdad es que tiene mal aspecto.
- Gracias por ayudarme - rugió la pantera. Siempre había tenido la capacidad de entender a los animales, incluso antes de que mis poderes de vampiro se manifestaran.
- Tranquila, te pondrás bien - le acaricié la cabeza.
- No lo entiendo - dijo el cuidador -. Esta pantera suele ser muy violenta.
- Mi madre siempre me ha dicho que tengo un don para los animales. ¿Por que no traen un macho? He oído que todas las panteras son hembras.
- No sería mala idea. Se lo diré al director.
- Tengo que irme, me esperan en casa.
- Adiós y gracias por su ayuda.
- De nada.
Cuando salí del campo de visión de ese hombre, activé al velocidad vampírica. Cuando activo esa velocidad, nadie puede verme. Llegué a casa en menos de un minuto, pero antes compré leche. La verdad es que no quedaba ni una gota. A Tom le gusta mucho bebersela por las noches, por lo que fui previsor y compré el doble del normal.
- He vuelto. Vaya si estáis todos - mi hermana, Justin, Georg, Gustav y David estaban desayunando.
- ¿Dónde estabas? - me preguntó Georg.
- Fui a comprar leche.
- ¿Y los ojos rojos? - Me preguntó Justin.
- A veces me cambian de color, ¿no te lo había dicho?
- No, ¿Cómo es eso?
- A veces me sube la presión sanguínea en los ojos y hace ese efecto.
- ¡Mola! - Justin era tan inocente, pero no podía decirle la verdad. 
Después de desayunar, estuve enseñando a Justin a cantar desde el principio, desde cero. Resumiendo, a base de escaleras. Se fue a casa después de comer y, antes de que llegaran las chicas, Elisabeth habló conmigo:
- ¿Has quedado con humanas, verdad?
- Si es verdad, pero me he alimentado bien, no les haré ningún daño.
- Si les pasa algo...
- ¡Ya vale Eli! Empiezas a parecerte a mamá con este tema. El problema sería Tom si él fuera el vampiro. Él es uno con la noche fiestera y el sexo. ¿Seríamos capaces de pararlo si fuera vampiro?
- En eso tienes razón. Pero sabes que me preocupo por ti, Bill.
- Sí, lo sé. Pero tienes que dejarme ir. No puedo convivir con humanos si no estoy cerca de humanos.
- Pero tienes a...
- No se valen los de siempre. Tengo que aprender a controlar mi sed en todos los grupos sanguíneos. Una de las chicas es A+. No estoy acostumbrado a estar cerca de ese tipo de sangre, así que estaré tan cerca como pueda de ella.
- Está bien...
- Recuerda que soy yo el que tiene que protegerte a ti - diej un beso en la frente de mi hermana antes de salir por la puerta.
Las chicas ya estaban abajo, esperándome.
- Hola chicas.
- Hola Bill - dijo Mar.
- ¿Preparadas para ir a Hollywood?
- ¡Si! - respondió Ana entusiasmada.
Sonreí y abrí la puerta del parquing.
- ¿Quéreis coger el Ferrari, el Porsche o el Lamborgini? - les pregunté.
- ¿Pero cabremos? - preguntó Ana.
- Están ligeramente modificados para que quepan siete personas - le respondí.
- Eso no es ligeramente - me dijo ella.
- ¿El Lamborgini es un Murciélago? - preguntó Mar.
- Sí, ¿porque? - le pregunté.
- Vayamos al Murciélago.
Parece que a Mar le gustan los Lamborgini Murciélago. Seguramente es porque te puedes sentar en la puerta. No, debes abrir la puerta y sentarte en el espacio intermedio para hacer marcha atrás. Llegamos a los estudios de Hollywood en media hora. 
- Buenos días señor Kaulitz - me dijo Andrew, el guardia -. ¿Trae a sus novias?
- No, son unas amigas - le respondí -. Si fuera mi hermano el que trajera a chicas seguramente sí serían sus novias.
- Lo tendré en cuenta si alguna vez viene su hermano, señor Kaulitz.
Andrew abrió la barrera y nos dejó entrar. Aparqué justo a lado del Porsche amarillo de Robert.
- ¡Menudo Porsche! - dijo Ana.
- Es de mi primo Rob. Ahora están grabando escenas de la segunda parte de "Amanecer".
- Ah, el de Crepúsculo.
- No le gusta mucho Crepúsculo - me dijo Mar -. A mí me gustan más los libros que las pelis.
- La verdad es que incluso él piensa que los libros son mejores - le dije -. No se lo digais a nadie, ¿Vale?
- No te preocupes, no se lo diremos a nadie - dijeron las dos a la vez.
- ¿Qué escenas están grabando? - preguntó Mar.
- La verdad, no lo sé - le respondí -. Rob ni siquiera se lo ha dicho a Tay, y eso que son compañeros de rodaje.
- ¿Tay?
- Taylor Lautner. Lo llamó así cariñosamente. También es mi primo.
- ¿Que peli vamos a ver cómo se filma? - preguntó Ana.
- Una de Steven Spielberg, después una de animación y por último, me vereis doblando una película.
- ¿Qué película? - Preguntaron las dos a la vez.
- Die Räuber.
- Se supone que no íbais a hacerla.
- Eso es lo que dijimos a los medios, porque sólo salgo yo. Aún no sé quién es el hermano malo. Pedí ser el bueno porque no me gusta hacer de malo.
- Algún día podrías ser el malo - me dijo Mar -. Así darías a conocer tu lado salvaje. Las fans sólo conocemos el tierno.
- No es mala idea. Lo tendré en cuenta para la próxima peli que haga.
Todo hablando, llegamos al plató dónde Steven rodaba.
- ¡Corten! - dijo Steven por el megáfono desde su silla de director.
- Hola Steven - le dije.
- Hola Bill. ¿Y estas chicas?
- Unas amigas que querían ver Hollywood. Chicas, él es Steven Spielberg. Steven ellas son Mar y Ana.
- Hola jovencitas.
- Hola señor Spielberg - dijeron ellas.
- ¿Vais a quedaros mucho por aquí Bill? - me preguntó Steven.
- Sólo vamos a mirar - le respondí.
- Señor Spielberg - dijo Mar -, ¿Que película está rodando?
- Es otra de Indiana Jones, pero no acaba de quedar bien - le respondió Steven.
- ¿Me deja ver el guión?
- Claro. Pero, ¿Para qué lo quieres?
Mar empezó a leer el guión cómo si se tratara de un libro. Podía leer su mente. Veía la película fluyendo en sus pensamientos, hasta que se detuvo.
- Es esta escena, señor Spielberg - dijo de repente, justo después de que sus pensamientos se detuvieran.
- ¿Esta? - preguntó Steven -. ¿Que le pasa a esta escena?
- Que, a menos que Indi encuentre una máquina del tiempo que lo lleve al futuro, no tiene ningún sentido. Es más cómo de una séptima película de Star Wars.
- Tienes razón. La debí escribir aquí pensando que era el guión del "remake" de Star Wars.
- A lo mejor hay una escena de Indiana Jones en el guión des Star Wars.
- Lo comprovaré esta noche. Gracias jovencita - Steven cogió el megáfono y dijo -. ¡Chicos, nos saltamos esta escena! ¡Vayamos a la siguiente!
- Sí señor director - dijo el equipo.
Vimos cómo rodaban la escena siguiente. Al final de la escena, Mar se dirigió a Steven y Harrisson Ford:
- Señor Spielberg, señor Ford, ¿Me darían sus autógrafos?
- Sólo si tu nos das un e-mail o teléfono de contacto - contestó Steven -. Creo que tendrías futuro como ayudante de director, o incluso podrías ser directora.
- Le daré mi e-mail, si no las llamadas le van a costar una pequeña parte de su fortuna.
- ¿Y eso?
- Vivo en España. Además mi sueño es ser una escritora famosa.
- Si te haces famosa, cuenta conmigo como director.
- ¡Gracias señor Spielberg!
Mar le dió su e-mail a Steven y Harrisson también se lo apuntó. Después fuimos a ver el estudio de animación y estaban preparando la parte digital de "Die Räuber".
- Buenas tardes director.
- ¡Ah! ¡Hola Bill! Hemos encontrado a un chico para que haga de hermano malvado. La verdad es que se parece mucha a ti, tanto que parece que tengas un clon.
- Ya lo veré cuando tenga que rodar la escena en carne y hueso.
- ¿Quienes són estas jovencitas?
- Unas amigas que querían ver Hollywood antes de volver a su país.
- Jovencita - le dijo a Mar -, tu serías perfecta para el papel de la chica que hace de novia de Bill.
- ¿Cómo? - se sorprendió Mar y a mí se me paró el corazón en seco. ¿Porque se me paró el corazón en ese preciso instante? No lo sé.


- Bill, ¿Te encuentras bien? - me preguntó Ana cuando abrí los ojos.
- Ouch, mi cabeza. ¿Que me ha pasado? - fue lo primero que dije al incorporarme.
- Te has desmayado.
- ¡Bill! ¡Que suerte que estás bien! - Mar me abrazó después de decir esas palabras.
- Chico, hoy no hace falta que dobles la película - me dijo el director -. Tampoco la teníamos preparada porque nos faltan unos detalles - después se dirigió a Mar -. ¿Hablarás con tus padres sobre esto? Eres menor aquí y en tu país, así que tus padres deben estar aquí cuando firmes.
- Sí, ya hablaré con ellos.
- ¿Hace falta que pidamos a un taxi? - preguntó Ana.
- No, llamaré a mi chófer, que nos venga a buscar sin coche y así no tengo que pedir a alguien que me lo traiga.
Mi chófer, Pablo Gutiérrez, "Guti" para mí, nos vino a buscar enseguida. Vino en su bici plegable.
- Es muy raro que usted, señorito, se desmaye - me dijo Guti cuando llegó.
- Sí Guti, lo sé. Llevémoslas primero al hotel y luego nos vamos a casa.
- De acuerdo señorito.
Subimos al coche y les pasé un papelito a Mar y a Ana:
- Estan escritos mi móvil y mi e-mail. Contactad conmigo siempre que queraís.
- ¡Gracias Bill!
- De nada chicas.
Las dejamos en su hotel y luego nos fuimos a casa. Elisabeth ya me esperaba en la puerta:
- Bill, ¿Cómo te encuentras?
- No muy bien. Me voy a la cama y mañana hablamos.
- De acuerdo. Mejórate hermano.
Entré en mi habitación, me puse el pijama, me metí en la cama y me quedé dormido enseguida.
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No os asustéis chicas, estoy bien.
Guten morgen a todas! ;)


Bill.